Semidesnuda, frenética, ella
baila con dos esqueletos rojos con cabezas de diablo que debe mover como
marionetas, aunque no vea los hilos. Pero es carnaval, hay euforia y el alcohol
nos baila en la sangre, si es que no marihuana, haschich o heroína, qué sé yo.
Por todas partes hay música y cantos, mariachis de gala, tequilas y tortillas.
Pero sólo ella me interesa, sus enormes ojos extraviados, su mueca
indescifrable, los gruesos labios húmedos de mezcal, los senos a medios
descubrir, las blancas piernas entreabiertas.
Bailo con los alegres demonios escarlatas que ella ha de mover, aunque
no sepa cómo, y se ríe de mí y me enseña la lengua entre sus dientes largos y filosos.
Así voy perdiendo las ganas de escapar de ésta y los demonios me envuelven, me
besan y me hunden en la niebla del carnaval.
28 mayo, 2016
19 mayo, 2016
Bromas extravagantes
Disfrazó a la gallina de pavo
real: una máscara con penacho (que dejaba ver parte de su cresta), una frondosa
cola multicolor amarrada a la suya mocha mediante un cáñamo ordinario. Entrenó
a la gallina para caminar con aires aristocráticos, como salpicando indulgencia
hacia los toscos seres que la contemplasen admirados. Fue una bella impostura:
loca, frívola, inútil, ajena a cualquier pragmatismo. Por eso te la narro.
11 mayo, 2016
Consecuencias imprevisibles
La nube se reflejó en el charco y
este adoptó su caprichosa forma. Dentro del agua vivía una especie de crustáceo
ínfimo sobre el cual cayó un rayo gamma cuando la nube pasó de largo. El
crustáceo mutó y prosperó en su pequeño hábitat. La gran crecida del río lo
alcanzó y se produjo la propagación hacia el océano. Pasó el tiempo y la
genética hizo su trabajo. Al cabo de los siglos surgió una civilización
submarina muy pujante en las profundidades abisales. Ellos se encuentran
estudiando la forma de viajar a la superficie. En eso están las cosas.
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